la rama vuelve a su posición primitiva;
con las cosas del corazón
no sucede de la misma manera;
así reflexionaba en voz alta y en ese
instante me sentí como liz taylor
en alguna de esas películas
en las que hacía un poco de sí misma,
un aire de majestad en el exilio
y la convicción secreta
de que el destino de toda mujer
al dar noticias o recitar axiomas
es el de no ser creída.
en el atrio ardía un vela
en un vaso de cristal rojo,
y en otro, a su lado,
alguien había colocado
un ramillete de espuelas de caballero
y el olor no se esparcía entre aquellos
que se preparaban para el entierro.
Patricia Suárez, Secreto desencanto (Vox, 2008).
JUEGOS CON MI HIJA
Se tapa la cara
con un pañuelo azul, y
dice
que no está. Se cae el pañuelo
y mi hija aparece,
porque la iluminación
en un escenario no es real. Hay
un redondel de luz que se mueve
dentro y fuera de lo que estamos
viendo, y todo
lo que allí pase va a ser aceptado,
como quien acepta la historia.
Mi hija aparece tras el
pañuelo azul; su cara
se ilumina como en cualquier escenario,
y ahora dice que
está,
como quien confirma
la magia.
Irene Gruss, La mitad de la verdad (Bajo la luna, 2008).