El martes a la mañana
lo acompañé a
Tornquist. Mientras esperábamos para volver a la Municipalidad, caminamos un rato por la plaza y luego nos sentamos en un banco enfrente de la iglesia. Casi durmiéndonos vemos a una señora golpear la puerta y nada; luego llegan dos más. Después de un rato de deliberación se van...
yo: qué raro que no abran temprano la iglesia. En Patagones abren temprano, me acuerdo porque Marian me contaba que los curas los hinchaban en el recreo porque el patio del colegio de ellos da ahí.
él: andá a saber.
yo: mirá si la gente tiene muchas dudas, necesita ayuda.
él: bueno...
yo: ¡¿y si te salen estigmas?!
él: ¿????

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Del post anterior surge el recuerdo de
Esteban "Gallego" González; ahora -me dicen- ayudante de técnico. Vía e-mail me entero que Silvia Suller también estuvo con él en la supuesta fiesta con jugadores de San Lorenzo.
Aunque, lejano, cierto recuerdo dulce tenía, ahora como esos pibes que te gustan pero los toca "esa" chica y decís, "chau", bueno, "chau, gallego, chau".
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No tengo documento. Me lo robaron en un viaje a Buenos Aires hace dos años. Hice el trámite pero aún no llega. Así que mañana a la comisaría, a dejar constancia de mi no voto.
Luego de un paseo en bici, pasamos por el supermercado y veo a toda la gente como loca intentando comprar alcohol antes de la hora límite. A mi vecina (tan high class, ella) buscando zapallitos a dos pesos y algo el kilo. Pienso en lo obvio: estas elecciones tan extrañas, enmarcadas en ofertadas inventadas (los zapallitos estaban claramente podridos), un clima noventoso (el discurso más resonante es el boicot a frutas y verduras), y un vaciamiento político.
Así, en esas antípodas, votar.
Bueno, ustedes que pueden.