Ayer a la tarde, caminando por el centro me cruzo con el payaso-clon-de-piñón-fijo
que ofrece sus globos con formas de perritos y otras cosas que no distinguí bien -para mí una jirafa es casi lo mismo que un perro caniche o la famosa espada- en su tono cordobés-bahiense agudo. Antes de que mi vista lo perdiera, pasa un hombre en bicicleta y él le grita: "qué hacés, alberto" en evidente tono grave basilesco.
Giro por completo la cabeza y veo en el traje un bolsillo de Olimpo. Sigo hacia la tienda que tenía que ir y pienso en esas cosas que te caen de golpe cuando sos chico.
Cuando iba a quinto o sexto grado tenía una amiga -Adriana-; en enero me la crucé en el supermercado y no me animé a saludarla. Ella tenía una hermana que era hermosa, una especie de Selena de Patagones, mezcla de rasgos de chica de alguna serie de Cris Morena (pero sin la boludez) a la que yo miraba con fascinación: creía que era imposible ser así de linda y tener el pelo tan negro y lacio. Algo tenía que nosotras, chicas de primaria hacía que fuéramos tan poquita cosa.
Una tarde en la plaza, a la salida de la escuela, Adriana (mi memoria cree que fue ella) se puso encima de un banco y con movimientos repetidos dijo que eso hacían un hombre y una mujer. No hubo cuestionamientos ni preguntas de mi parte. Sólo me parecía un poco violenta la forma. Nunca le pregunté nada a mi mamá.
En segundo grado, un chico con nombre de santo me arrinconó en el patio. Intenté empujarlo, pero no tenía tanta fuerza. Me dio mi primer beso y se fue. Lo odié, pero no hice nada.
Un fin de semana mi mamá nos llevó a mis hermanos y a mí a ver a Cristina Lemercier (que tenía un programa que se llamaba "Dulce de leche" en ATC) al club Jorge. A la salida repartían álbumes de los ositos cariños con hojas parecidas a papel plastificado y unos cupones para participar por los sorteos de casas de pin y pon del programa.
A las semanas dijeron mi nombre y una vecina vino corriendo a mi casa a felicitarme (yo tenía pinipones pero no semejante casa). El premio jamás llegó ni tampoco llamaron.
Aunque en mi casa nunca hubo teléfono.
6 comentarios:
Cuanta niñes por aquí, que bueno eso. no pierdas jamas de vista los tonos de la inocencia, dice una cancion re grosa!
Saludos!
Que grande el del tono basilesco.
Aunque les quitó las ilusiones a los niñlos :P
Saludos! :)
le tengo miedo a los payasos....
t acordas de atc!!!!!???
slds niña! gusto volver.
...cuanta nostalgia toda junta princesa...
...y no miraste bien otra cosa, el piñon fijo tiene el otro bolsillo con el escudo de boca (lo caul lo vuelve más basilesco!)...
..te mando muchos besotes de enamorado...
;)
Siempre preferi los Arlequines, son mas dramaticos.. odio los payasos :P. Hey ese dejo de nostalgia y recuerdos varios, es groso mujer. yo recuerdo una nena que siempre me pegaba..... y reprimi el resto de mi infancia.
Saludos!
::: GørgôrøtH :::: ¡una canción de Peteco!
A mí me gusta una (que no sé si será de él), una zamba que canta con un nene que asumo que será su nieto o hijo (es que son tantos en esa familia).
kaz: ey, me las quitó a mí. Y eso que me había dado cuenta antes que era copia. :P
roma: claro que me acuerdo. Y todavía quiero mis pin y pon.
:(
amorcis: no vi eso de Boca. Sí, era previsible.
Aunque vos sos de aurinegro y de River... así que no sé. Pero ambas hinchadas tienen como algo parecido para mí (sé que te enojará).
Nostalgia y algo más, beibi.
Besote.
:)
zombiegirl: jamás vi un arlequín en vivo.
El sábado a la noche fuimos con mi novio a una reunión de murgas (y una comparsa) en la plaza josé martí y algunos de los trajes tenían algo de arlequín.
A mí no me pegaban, porque no jodía mucho y mi mamá desde que empecé el jardín me dijo que yo no joda a nadie pero que si me pegaban los fajara.
Qué pena que la ligaras.
Saludos a todos.
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