lunes, junio 06, 2005

IV

Sistema, poeta, sistema.
Empieza por contar las piedras,
luego contarás estrellas.
León Felipe.

"Creo que todo escritor es un amanuense. Un amanuense no se sabe de quién, ni de qué. Podemos pensar, como pensaban los hebreos, en el ruaj, el espíritu; o en la musa, como pensaban los giegros, o en la "gran memoria", en la que creía el poeta irlandés William Butler Yeats"
J.L.Borges, de Diálogos inéditos (Borges/Ferrari)

"¿Qué hay más incitante que el celeste, si no una nube, de dócil claridad?
Por eso me gusta más que el silencio de una teoría cualquiera, y todavía más que una página blanca un escrito cuando parece insignificante.
Este es mi ejercicio y mi suspiro higiénico."
Francis Ponge.


"Morelliana.
¿Por qué escribo esto? No tengo ideas claras, ni siquiera tengo ideas. Hay jirones, impulsos, bloques, y todo busca una forma entonces entra en juego el ritmo y yo escribo
dentro de ese ritmo, escribo por él, movido por él y no por eso que llaman pensamiento y que hace la prosa, literaria y otra. Hay primero una situación conusa, que sólo puede definirse en la palabra; de esa penumbra parto, y si lo que quiero decir (si lo que quiere decirse) tiene suiciente fuerza, inmediantamente se inicia el swing, un balanceo rítmico que me saca a la superficie, lo ilumina todo, conjuga esa materia confusa y el que la padece en una tercera instancia clara y como fatal: la frase, el párrafo, la página, el capítulo, el libro. Ese balanceo, ese swing en el que se va informando la materia confusa, es para mí la única certidumbre de su necesidad, porque apenas cesa comprendo que no tengo ya nada que decir. Y también es la única recompensa de mi trabajo: sentir que lo que he escrito es como un lomo de gato bajo la caricia, con chispas y un arquearse cadencioso. Así por la escritura bajo al volcán, me acerco a las Madres, me conecto con el Centro -sea lo que sea-. Escribir es dibujar mi mandala y a la vez recorrelo, inventar la purificación purificándose; tarea de pobre shamán blanco con calzoncillos de nylon."

Bueno, resumiendo. Creo que ni antes ni ahora sé qué responder al respecto, quizá esto sólo era una prueba, que sí resiste a fallas y prueba una vez más que ponerse a clasificar es tan vano como absurdo. Tal vez debería contestarle a mi amigo con algo de Borges (para variar):

"La semana pasada me han preguntado en diversos ambientes... dos personas me han hecho la misma pregunta; la pregunta es: ¿para qué sirve la poesía? Y yo les he dicho: bueno, ¿para qué sirve la muerte?, ¿para qué sirve el sabor del café?, ¿para qué sirvo yo?, ¿para qué servimos? Qué cosa rara que se pregunte por eso, ¿no?"
De diálogos con Ferrari.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mucho me temo, desde mi cómodo anonimato, que los verdaderos escritores simplemente escriben lo que les dicta su necesidad del momento, y luego corrigen -si lo creen pertinente- como buenamente pueden, haciendo la necesaria autocrítica. Esto último es un poco peligroso en el caso de la poesía, porque si uno la "racionaliza" demasiado, termina frecuentemente dejando de ser buena poesía.

Por ahí, la cosa pasa por tener sentido autocrítico a la vez que respeto por lo que escriben los demás, que son una par de atributos éticos que muchas veces verás que les faltan a quienes opinan sobre tus escritos. Nunca hay que olvidar, si nos metemos a opinadores o críticos, que quien escribe se nos está brindando él mismo, a veces con disfraces, a veces al desnudo.

La pregunta "¿por qué escribiste esto?", y esa otra que se suele hacer también al efectuar uno una selección de un texto ajeno: "¿por qué elegiste eso?", son preguntas poco inteligentes, preguntas fuera de contexto. Si alguien escribió o eligió eso ha sido porque lo se sintió expresado en esas precisas palabras. Seguro que el que le preguntó, en un laboratorio no preguntaría por qué, siendo ese el ámbito apropiado para hacerlo ;-).

Este lector anónimo se despide y regresa a la Nada, no sin antes elogiarle el que exponga su monólogo íntimo como si nos tuviera del otro lado de una mesa de café, y no escriba siempre lo mismo fingiendo distante elegancia. Hay escritores correctos, que pueden dar muchos por qués mentirosos para escribir mil textos que al cabo, de tanto pedir opinión a los otros, terminan siendo todos iguales, y aburren. Ocúpese de expresarse y darse a entender con sus propios medios y deje, como dijera don Albert Einstein citando a L. Boltzmann, la excesiva preocupación por la elegancia estilística para sastres y zapateros.

Anónimo dijo...

Nada que ver: no es usted la que escribe lo mismo, sino alguna gente que puede llegar a hacerle la pregunta esa tan poco inteligente (póngase aquí el apropiado gesto de interlocutor tonto): "¿Y por qué escribiste estoooo?".
Para que le quede claro, reitero, total es gratis:
"Este lector anónimo se despide y regresa a la Nada, no sin antes elogiarle el que exponga su monólogo íntimo como si nos tuviera del otro lado de una mesa de café, y no escriba siempre lo mismo fingiendo distante elegancia..." Etcetera.

No es malo tener constantes temáticas. Uno se expresa, y tiene sus temas que le rondan permanentemente la cabeza, y los comparte con los demás humanos. Lo malo es perderse detrás de la necesidad de parecer elegante, al punto de hablar de cualquier cosa y sonar siempre igual. Ahí es cuando dejan de leernos. Todavía no le ha sucedido. De ahí mi elogio. Sin embargo, alguna que una vez le dijo que lee demasiado de prisa y se pierde a veces el total sentido de lo que le dicen en eso tiene razón (no en la crítica que le formuló a cierto escrito suyo, que ahora no viene al caso).

P. D. 1: Tener algunas preocupaciones estilísticas no es malo, siempre que se usen para ajustar mejor nuestra intención a nuestra redacción, y viceversa. O, dicho de otro modo, para usar un lenguaje más preciso.

P.D. 2: Por supuesto que soy yo. El anonimato es uno de mis disfraces, pero me pasa como cuando hablo por teléfono. El otro lector anónimo que comentó ahí arriba es otro lector anónimo.

Maximus dijo...

El tema con lo que uno escribe siempre tiene que ver con lo que se lleva adentro, con lo que se quiere expresar. En lo que se escribe uno es UNO mismo y punto. Me identifico en lo de la caricia al gato y me molesta, el preguntar sobre la utilidad de la poesía, la literatura...eso es algo bastante simplista, más propio de un concepto de mercancía que en ciertas circunstancias me desagrada. Creo que inevitablemente, se escribe para que lo lean también, aunque creo que, nunca se sabe cuantos lectores habrá o si sólo será el mismo escriba quien después disfrute o padezca lo escrito.