Sábado, 22 hs, en Patagones Dark city:
Batman siempre me pareció el mejor y más interesante de los superhéroes; ser complejo y oscuro, atormentado, historia familiar triste. Todo un combo para una niña como eu. Esta película no viene a resolver nada que no se supiera antes, pero no traiciona a Bruce Wayne en nada. Sin tantos efectos especiales como las otras, transcurre efectiva y honesta. Emoción, peleas y razonamientos de por qué el millonario se convierte en el misterioso murciélago...
Lo bueno: muestra a un Batman más humano, más tangible y lo convierte en adjetivo. Se completa la saga, al menos en cine. Lo malo: al convertirse en más dramática uno cuestiona más cosas y se pierde un poco la metáfora de los comics: internamente hay cierto cuestionamiento moral por lo que se ve. Ejemplo: en las demás películas uno acepta a los enemigos sin mucho esfuerzo y se adhiere a la lucha del batichico, pero acá se convierte más en cómo él ve a Gótica, una ciudad corrompida, y de cómo puede cambiarla, entonces, al no ser un “cuento” entra al factor “realidad”, que personalmente me decepciona un poco.
En resumen, está buena. Pero las mejores son las de Burton.*
Mientras tanto ir al cine, en pagos maragatos, cuesta, módicos, 4 pesos y cincuenta centavos. Además, luego uno encuentra (gratis) neblina y juega a ser batichica:
"Chanananaa... Batmaaan..."
*Y que no se diga que la crítica está influenciada por la preferencia de este blog por mister B.
viernes, julio 29, 2005
miércoles, julio 27, 2005
Otro Moska
Ayer me preguntaron qué clase de hombre quería amar; contesté: "uno que sea tangible, que por imperfecto te pierda".
Cuando tenía 5 años, había en casa una lata de galletitas, de esas cuadradas (algunos las recordarán), con un dibujo de nenes tomando la leche que a su vez veían la misma lata, y así infinitamente. Fue la primera vez que tuve mucho miedo y entendí que había cosas que no podía ver y que las cosas más simples son aún más complejas por sólo existir.*
Esta foto de Paulinho Moska resume las dos cosas: un hombre capaz de perderte y el infinito.
*A esto último lo entendí luego. No soy niña prodigio, snif.
P.D. Sí, estoy cursi.
P.D.2. ¡Pero qué cursi!
Cuando tenía 5 años, había en casa una lata de galletitas, de esas cuadradas (algunos las recordarán), con un dibujo de nenes tomando la leche que a su vez veían la misma lata, y así infinitamente. Fue la primera vez que tuve mucho miedo y entendí que había cosas que no podía ver y que las cosas más simples son aún más complejas por sólo existir.*
Esta foto de Paulinho Moska resume las dos cosas: un hombre capaz de perderte y el infinito.
*A esto último lo entendí luego. No soy niña prodigio, snif.
P.D. Sí, estoy cursi.
P.D.2. ¡Pero qué cursi!
martes, julio 26, 2005
Sobre crítica de cine (o no)... Les Choristes
En el post anterior se increpa a Principio de incertidumbre de recomendar películas sólo colocando “posters”; bueno, algo de razón hay. Había pensando en incluir un comentario, aunque sea mínimo, luego leyendo comentarios de gente especializada, en varios medios, me desanimé un poco.
Pongámonos de acuerdo en algunas cuestiones: toda recomendación tiene algo de arbitraria: el que la realiza tiene algo de egocéntrico, pues está juzgando (con cierto número de herramientas) que su visión es acertada, y la otra persona concede un acto de fe (o no) al creer en su criterio. También al alertar e informar sobre cuestiones del filme uno está rompiendo con la sorpresa de no saber nada, de encontrarse con las imágenes; un factor interesante a la hora de ver películas, pues genera un vértigo extra: uno puede salir fascinado y hacer comentarios snobs, del estilo: “sublime, fantabuloso” (tirando un papel de bon o bon debajo de las butacas) o patear las latitas de gaseosa, lamentándose de haber gastado plata en semejante porquería (peor si vas sola).
Situación a: uno va al cine más cercano a su casa, se sienta en su silla y si la de al lado está libre pone todos sus bártulos y comienza ver la película elegida. Le gusta, le evoca sentimientos, la deslumbran imágenes, le enternecen personajes, incluso llora. Sale contento y hasta chispeante, caminando por las calles recordando, pensando en escenas y las multiplica hasta el cansancio; si hay suerte, hasta llueve. Luego, mira en revistas de papel o cibernéticas la opinión serie de gente calificadísima. Te enterás de que en realidad las actuaciones dejaban bastante que desear, que el director no ahondó en tal o cual situación, que podría haber sido mejor y no el espanto que es. Entonces toda la emoción que uno había ganado se va al tacho...
Situación b: la crítica es bastante honesta. Uno se informa, aprende y se aviva, o al menos amplía el criterio.
Como yo no me quiero convertir en el caso a, preferí no decir nada sobre Madagascar y Les Choristes; pero no pienso convertirme en cobarde, así que a riesgo de volverme extensa (contraproducente para cualquier reseña fílmica) y demasiado subjetiva, ahí les va:
Les Choristes
En general, no tengo tanto contacto con el cine francés, por lo que no puedo decir si esta le hace honor o no. Lo raro de este film es que supone cierto plus extra de cultura y/o exigencia; salvo por mi acompañante y yo, la sala estaba repleta de damas bien con tapaditos de piel y, seguro, alguna pastilla en el bolso; también hombres muy elegantuchos. Incluso había cierta señora detrás nuestro, que sabía francés y alertaba de la mala traducción en lo subtítulos. Pese a este pequeño circo, la película se deja ver. Hay cuestiones que se dejan de lado, por ejemplo, transcurre en época de post guerra (segunda mundial) y no se hacen demasiadas referencias(aunque todo pasa en el colegio), algo que en estos tiempos es un poco naif, si se quiere ser honesto. Todo comienza en flash back, ¿no está agotado ya este recurso?; un músico consagrado se encuentra con un ex compañero y leen el libro de memorias de su antiguo celador. Ahí empezamos a conocer como Mathieu, profesor de música, consigue trabajo de celador en un internado, en Francia, allí se encuentra con muchachos turbulentos, por decir algo. De ahí en más, intenta ganárselos. Hay un rector muy inflexible, que repite siempre la máxima del internado: “acción-reacción”. Nuestro entrañable Mathieu lucha contra todo eso, y cree que en efecto, los niños tienen esperanza. Entonces los agrupa y convierte en coro (claro, porque en un grupo de 30 chicos, son todos talentosos) que suenan mejor que el Kennedy. Se centra en Pierre Morhange, chico de talento descomunal, aunque revoltoso y testarudo. Pero a lo largo de la cinta uno se da cuenta que es más la historia del profesor que este niño prodigio, entonces hay cierta decepción pues no hay una definición y una profundidad en ninguna de las dos historias; eso sin contar que se dice poco y nada del pasado de Mathieu.
Lo mejor: actores comunes, nada de representaciones excedidas, gente que por imperfecta es creíble y querible; situaciones graciosas y tiernas que son efectivas y apelan a la emoción del espectador y una tremenda banda de sonido. También hay gran escena cuando se incendia el internado: el muchacho que la quema aparece desde una toma a lo lejos, fumando un cigarrillo: genial. Lo peor: no se centra en ningún personaje como hubieran merecido; situaciones que no se explican y quedan en el aire; peca de una inocencia tonta, se percibe en el aire, un poco más de tortuosidad que se evita, claramente. En definitiva, una buena película que podría haber sido infinitamente mejor. Igualmente, la vería una y mil veces sólo por escuchar cantar el coro y en especial al nene que interpreta a Morhange, que seguramente veremos en próximas entregas.
P.D. Por último y para dejar de hacerme la seria, visiten la página oficial acá.
Mientras tanto ir al cine en Bahía sale 7, nada módicos, pesos.
Pongámonos de acuerdo en algunas cuestiones: toda recomendación tiene algo de arbitraria: el que la realiza tiene algo de egocéntrico, pues está juzgando (con cierto número de herramientas) que su visión es acertada, y la otra persona concede un acto de fe (o no) al creer en su criterio. También al alertar e informar sobre cuestiones del filme uno está rompiendo con la sorpresa de no saber nada, de encontrarse con las imágenes; un factor interesante a la hora de ver películas, pues genera un vértigo extra: uno puede salir fascinado y hacer comentarios snobs, del estilo: “sublime, fantabuloso” (tirando un papel de bon o bon debajo de las butacas) o patear las latitas de gaseosa, lamentándose de haber gastado plata en semejante porquería (peor si vas sola).
Situación a: uno va al cine más cercano a su casa, se sienta en su silla y si la de al lado está libre pone todos sus bártulos y comienza ver la película elegida. Le gusta, le evoca sentimientos, la deslumbran imágenes, le enternecen personajes, incluso llora. Sale contento y hasta chispeante, caminando por las calles recordando, pensando en escenas y las multiplica hasta el cansancio; si hay suerte, hasta llueve. Luego, mira en revistas de papel o cibernéticas la opinión serie de gente calificadísima. Te enterás de que en realidad las actuaciones dejaban bastante que desear, que el director no ahondó en tal o cual situación, que podría haber sido mejor y no el espanto que es. Entonces toda la emoción que uno había ganado se va al tacho...
Situación b: la crítica es bastante honesta. Uno se informa, aprende y se aviva, o al menos amplía el criterio.
Como yo no me quiero convertir en el caso a, preferí no decir nada sobre Madagascar y Les Choristes; pero no pienso convertirme en cobarde, así que a riesgo de volverme extensa (contraproducente para cualquier reseña fílmica) y demasiado subjetiva, ahí les va:
Les Choristes
En general, no tengo tanto contacto con el cine francés, por lo que no puedo decir si esta le hace honor o no. Lo raro de este film es que supone cierto plus extra de cultura y/o exigencia; salvo por mi acompañante y yo, la sala estaba repleta de damas bien con tapaditos de piel y, seguro, alguna pastilla en el bolso; también hombres muy elegantuchos. Incluso había cierta señora detrás nuestro, que sabía francés y alertaba de la mala traducción en lo subtítulos. Pese a este pequeño circo, la película se deja ver. Hay cuestiones que se dejan de lado, por ejemplo, transcurre en época de post guerra (segunda mundial) y no se hacen demasiadas referencias(aunque todo pasa en el colegio), algo que en estos tiempos es un poco naif, si se quiere ser honesto. Todo comienza en flash back, ¿no está agotado ya este recurso?; un músico consagrado se encuentra con un ex compañero y leen el libro de memorias de su antiguo celador. Ahí empezamos a conocer como Mathieu, profesor de música, consigue trabajo de celador en un internado, en Francia, allí se encuentra con muchachos turbulentos, por decir algo. De ahí en más, intenta ganárselos. Hay un rector muy inflexible, que repite siempre la máxima del internado: “acción-reacción”. Nuestro entrañable Mathieu lucha contra todo eso, y cree que en efecto, los niños tienen esperanza. Entonces los agrupa y convierte en coro (claro, porque en un grupo de 30 chicos, son todos talentosos) que suenan mejor que el Kennedy. Se centra en Pierre Morhange, chico de talento descomunal, aunque revoltoso y testarudo. Pero a lo largo de la cinta uno se da cuenta que es más la historia del profesor que este niño prodigio, entonces hay cierta decepción pues no hay una definición y una profundidad en ninguna de las dos historias; eso sin contar que se dice poco y nada del pasado de Mathieu.
Lo mejor: actores comunes, nada de representaciones excedidas, gente que por imperfecta es creíble y querible; situaciones graciosas y tiernas que son efectivas y apelan a la emoción del espectador y una tremenda banda de sonido. También hay gran escena cuando se incendia el internado: el muchacho que la quema aparece desde una toma a lo lejos, fumando un cigarrillo: genial. Lo peor: no se centra en ningún personaje como hubieran merecido; situaciones que no se explican y quedan en el aire; peca de una inocencia tonta, se percibe en el aire, un poco más de tortuosidad que se evita, claramente. En definitiva, una buena película que podría haber sido infinitamente mejor. Igualmente, la vería una y mil veces sólo por escuchar cantar el coro y en especial al nene que interpreta a Morhange, que seguramente veremos en próximas entregas.
P.D. Por último y para dejar de hacerme la seria, visiten la página oficial acá.
Mientras tanto ir al cine en Bahía sale 7, nada módicos, pesos.
miércoles, julio 13, 2005
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