lunes, noviembre 26, 2007

Sábado a la noche

Salgo a entregar un pedido: adelante un auto de los años veinte, impecable. Atrás uno cualquiera. Espacio para salir: pocos centímetros. Pienso, si le toco una luz al rojito me matan. Relojeo a la gente adentro a ver si me miran; la típica, maneja una minita, algo va a pasar. Dos o tres maniobras y salgo como si nada.
Regresando voy por una curva deslizándome suave y contenta. Me repito a mi misma:
estás pisteando como una campeona, Lorito*.



Esos triunfos pasajeros, aunque vayas a 40 km/h.



*Así me dicen familia, amigos y novio.

martes, noviembre 20, 2007

De fábrica

Si uno viniese con cierta advertencia de antemano, una especie de etiqueta de ropa, donde en vez de decir no lavar con agua caliente se leyera lo correspondiente, la mía diría: "a veces soy como Billy Cristal ante Jack Palance en Cowboys de ciudad".

Que conste.

martes, noviembre 13, 2007

Para calentar noviembre...





Mannish Boy, de Muddy Waters.





*

Estoy queriendo retormar el blog. Vengo medio enferma e idas y venidas al médico. Cuestión: alérgica, con bastante asma y tomando de todo.

jueves, noviembre 01, 2007

Bajar la cortina, de Marina Serrano

Bajar la cortina, así le dicen acá,
vas a tener que aprender.

Una frazada sobre el hueco de la traqueostomía
protege del frío, de los practicantes
de las enfermeras...

El tiempo monocorde de la mujer cuadripléjica
de la mujer muda, flácida y blanca
de la mujer sola
parecía sonarles a desperdicio.

Sin saber por qué, me solidaricé con su vida
cambiando sus decúbitos, aspirándola.
Cuando no me veían
la llamaba por su nombre o me excusaba.

Un día me miró y apretó mi mano,
moví los pies de alegría como una cola
y desparramé mi cara,
le pedí que lo repitiera y lo hizo,
un dique embalsamó las percepciones
y llenas, la una de ojos
la otra de ojos,
nos comunicamos.

Nadie dio importancia al hecho.

Al irme de la sala
el profesor explicó a su séquito
los desastres del accidente,
levantó el brazo edematizado y lo dejó caer
como una marmita.





El libro de Marina Serrano es de la editorial Sigamos enamoradas.

Él me lo trajo de regalo, hace unas semanas, de un viaje a Buenos Aires.
Yo lo leí en los sillones de la Municipalidad de Tornquist.